Mi hijo no quiere estudiar

Toda pareja de padres se conseguirá con este escenario, más temprano que tarde.

Hijo.- Papá me encanta el beisbol. Quiero ser un grandeliga, para comprarme muchos juguetes.

Padre.- Umm, está bien, hijo, muy bien. ¿Y qué más te gustaría hacer?

Hijo.- Comprarme todo lo que se me antoje.

Madre.- ¿Y la escuela?

Hijo.- No quiero seguir estudiando.

Padre.- Ah, pero es que tu ‘tas loco hijo, ¿cómo que no vas a estudiar más? Cuando te entrevisten, no sabrás hablar. Cuando vayas a firmar un contrato, no sabrás escribir… Mi amor, mira a este galán de medio metro, que no quiere estudiar.

Madre.- Déjalo quieto, ya le vamos a dar una lección de vida. Aprovechemos esas ganas que tiene de lograr algo para enseñarle varias cosas sobre la vida y que vea que todo hay que ganárselo y sudar para tenerlo.

El hijo encogió sus hombros y de la forma más natural soltó la expresión más adulta jamás dicha por un bebe de 8 años a un padre: “Bueno, dámela”.

Padre.- Contestón, salió el muchacho. Se parece a una que conozco, que vive en la casa y duerme conmigo. No es contigo, mi amor, ¿oíste?

Madre.- Llámate ahí al entrenador, pa’ ver si es verdad que este pequeño quiere ser pelotero. Vamos a ver de qué está hecho, lo vamos a apoyar, pero de que estudia, estudia.

Entrenador.- Aló, Pedro, ¿cómo estás? Un gusto saber de ti, ¿cómo te va?

Padre.- Entrenador, ¿cómo está? ¿Se encuentras ocupado, puede hablar? Estoy bien, gracias.

Entrenador.- Adelante, cuénteme.

Padre.- Tenemos un problemita con el niño de 8 años, casi nueve ya. Que quiere ser grandeliga y no quiere estudiar. Queremos que nos ayude.

Entrenador.- ¡Jajaja! ¡Se parece a mí, cuando era pequeño. Es normal que piense así. Déjelo construir su sueño, no se lo quite, al contrario, apóyele. Pero que sea responsable consigo mismo desde chiquito. Pienso que no es malo desear ser grandeligas, aproveche la oportunidad para introducir al niño en conceptos de responsabilidad, honestidad, compromiso. Luego los va a transferir a la vida y a la escuela, será cuestión de tiempo.

Padre.- Perfecto, entrenador, suena como fácil, pero el día a día será un lío, ¿cómo lograr eso?

Entrenador.- Vamos poco a poco, paso a paso sin apuro, suave, suavecito, como dice la canción, ¡jajaja! Llevemos una guía de trabajo por correo electrónico. La idea es que entre usted y el niño lean cada mensaje que les daré.

Padre.- Ok.

Entrenador.- Voy a mandarles mañana unas rutinas de ejercicios que pueden hacer en casa. La intención es que el niño pueda cumplir con sus labores académicas y de hogar para poder entrenar en casa con usted. El castigo tendrá un nuevo concepto.

Padre.- Ah bueno, está bien, perfecto. Hasta luego, entrenador, muchas gracias. Espero nos pueda ayudar. Aún no tengo muy claro el asunto, esperaré su correo y sus recomendaciones, para saber hacer las cosas. Y bueno, sacar adelante al niño. Y si acertamos, pues jonrón con tres en bases… ¡jajajaja! Que tenga feliz día, hablamos.

Entrenador.- ¡Jajajaja! Dios mediante, así será. Hasta luego, amigo Pedro, feliz día. Espere mi correo.

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