¿Mi hijo practica beisbol? ¿O sigue un programa de entrenamiento?


Pararse, darse una ducha, comer algo ligero e ir a un parque o un gimnasio a hacer ejercicio es algo que perfectamente se adapta a la vida laboral. Lo haces tú, lo hago yo, lo hacemos casi todos.

En nuestra mente, la idea es hacer ejercicios, un objetivo global de sentirte sano, sentirte bien, empezar activados en la mañana.

Hay algunos con objetivos más definidos, que van con un instructor personal. Pasan de hacer ejercicios a seguir un entrenamiento focalizado.
 

En ese objetivo van dirigidos todos los esfuerzos. Puede ser obtener un músculo más grande, mayor resistencia, más velocidad, mejor movilidad, levantar más peso en un ejercicio, correr más distancia...

Cuando ese instructor personal te da una tabla donde aparecen los meses, los ejercicios y las progresiones de los ejercicios, pasas del entrenamiento a un sistema de entrenamiento.

Hacer ejercicios no es sinónimo de entrenamiento, y menos de sistema de entrenamiento

Te pregunto: en los entrenamientos de tu hijo en el campo de beisbol ¿puedes ver estas diferencias?
 

 
Mi ánimo no es mal poner a un entrenador. Al contrario, valoro su esfuerzo, su dedicación, su pasión y el cariño que desborda sobre el campo y los peloteros, estirando el tiempo para que rinda la práctica, involucrando la mayor cantidad de actividades para sus pupilos.

Si la respuesta es positiva, significa que estás en manos de una persona que debes estimular, apoyar, promover e incentivar a que continúe de esa forma. Facilítale el trabajo, apórtale ideas; es beneficioso que los padres sean parte activa del proceso, más allá de ser el medio de llegada y partida del pelotero.

Si la respuesta es negativa, evita la preocupación. Aquí está Camino a Las Grandes Ligas para ayudar, aportar, sumar al crecimiento de todos y mejorar los procesos de entrenamiento de tu hijo y tu pelotero.

Entender que hace falta educación para poder aplicar de forma correcta el entusiasmo que tenemos de hacer las cosas es un paso importante de reconocimiento de la debilidad para construir la fortaleza. Lo puedes hacer tú personalmente y lo puede hacer el entrenador de tu hijo, aunque en el caso de él es un deber.

Para ampliar la conceptualización del tema que ofrezco el día hoy usaré un ejemplo.

Objetivo: Mejorar la fuerza de lanzamiento de la pelota.

Paso 1: Mejorar postura corporal. Se harán ejercicios de escápula, de hombro y zona pélvica. Simultáneamente se harán los ejercicios de técnica de lanzamiento a 10 metros.

Paso 2: Mejorar la fuerza del antebrazo. Se harán ejercicios de flexión y extensión de muñeca. En la fase 1, solo apretar la mano; fase 2, apretando pelotas de goma espuma; fase 3, uso de ligas.

Paso 3: Mejorar la fuerza del tríceps. En la fase 1, se hará con ligas mano en el pecho. En la fase 2, con liga enganchada.

Paso 4: Crear un plan de lanzamiento de 36 hasta 72 pelotas en cada práctica a 10, 15 y 20 mts. En cada distancia, 12 pelotas. Pasar de una serie a dos series de 12.

Cada fase durará 8 clases o entrenamientos.

 
En este ejemplo vemos que hay un objetivo general. Si el entrenador hace un ejercicio y no lo repite durante un periodo, estarás en presencia de sólo ejercicios. Si el entrenador repite los ejercicios, pero no hay progresiones, estarás en presencia de entrenamiento. Si el entrenador hace los ejercicios, los repite y avanza a niveles más complejos del ejercicio o de los ejercicios, entonces estas en presencia de un sistema de entrenamiento. Esa es la diferencia.

Espero que te haya gustado la columna de hoy. Como siempre, he tratado de resumir y explicar de forma sencilla cada uno de los tópicos que he mencionado en la primera de mis columnas.

Estoy atento a tus inquietudes. ¡Un abrazo!

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